Es el famoso cuento de La Bella y la Bestia, imaginado por la señora de Villeneuve y recuperado por la señora Leprince de Beaumont en el siglo XVIII. En 1946, el cineasta y poeta Jean Cocteau lo convirtió en una película que llegó a ser una obra clásica. Thierry Malandain vuelve a inspirarse en esta historia, y le pone como música las sinfonías n° 5 y 6 de Tchaikovski, un compositor ruso del siglo XIX.
Para Thierry Malandain, la oposición entre el monstruo y la joven simboliza la lucha entre el cuerpo y el alma que cada coreógrafo tiene que librar para crear su obra. A la historia inicial le añade tres personajes: un hombre vestido de negro (el artista), una bailarina vestida con la parte superior de un traje (su alma) y un bailarín vestido con la parte inferior de un traje (su cuerpo).
Gracias a los telones de escena que se abren y se cierran como las páginas de un libro, ese trío parece hacer surgir ante nuestros ojos los diferentes episodios de la historia. Primero un baile en traje en el cual participan las tres hijas y los dos hijos de un rico comerciante.
Después, la vida solitaria de éstos, cuando la bancarrota les obliga a retirarse lejos de la ciudad. Entonces el padre prometió a la Bella, la más joven y sabia de sus hijos, que le llevaría una rosa cuando se preparase para ir de viaje a recobrar sus bienes. Vuelve por un peligroso bosque y llega a un castillo con un ambiente raro que recuerda a las imágenes de una película.
En el momento en que recoge una rosa, interpretada por una bailarina en tutú blanco, surge un hombre joven con la cara tapada por un velo negro, la Bestia, que, a cambio de la flor, exige una de las hijas del mercader. La Bestia sufre de su fealdad, como el creador sufre de sus tormentos interiores, pero posee un poder mágico gracias a seis elementos: el amor, la rosa, la llave, el caballo, el espejo y el guante. Quiere que la Bella le ame y le ofrece vestidos fastuosos. La joven supera poco a poco su repugnancia y la danza muestra la evolución de sus sentimientos en una conmovedora serie de pasos a dos.
Pero tendrá que suceder una separación, el tiempo de visitar a su padre enfermo, para que, conmovida por la desesperación de la Bestia, comparta por fin su amor. Después de un último baile, el artista, en paz con él mismo, puede entonces tapar con un velo dorado sus personajes y cerrar el telón sobre su creación.