La danza
clásica

Se podría decir que el origen de la danza "clásica" se remonta a la creación en 1661 por Luis XIV de Francia de la Real Academia de Danza. En aquella época se definen las cinco posiciones de los brazos y de las piernas. Todavía no se habla de danza clásica, sino de danza bella o de danza noble, ya fuera ésta entretenida y asociada al canto lírico (comedia ballet, opera ballet), o que más tarde empezara a primar la acción dramática (ballet pantomima, ballet de acción).

A principios del siglo XIX se buscaba una mayor expresividad y agilidad en los movimientos, lo que era permitido por la evolución del vestuario de escena. El romanticismo, que da rienda suelta a la pasión y al sentimiento individual, equipa su deseo de elevación integrando las puntas y pone a la bailarina como figura central, relegando a los bailarines a papeles secundarios. El ballet La Sílfide, creado en 1832 personifica esa evolución: creaturas fantásticas bailando en puntas van a suplir a las deidades del Olimpo. Desde entonces, y con el fin de marcar bien el abandono de los temas mitológicos, la danza noble se convierte en danza clásica. El término clásica hace referencia a una corriente estética que se desarrolló durante el Renacimiento. El ideal de esa "edad de oro" traída por los italianos era la imitación de las nociones de perfección, armonía y equilibrio atribuidas a la Antigüedad grecorromana.

A partir de la mitad del siglo XVII Francia trasmite los principios de la danza noble en Europa, desde Copenhague hasta San Petersburgo, donde, hasta la jubilación del famoso coreógrafo Marius Petipa en 1901, los franceses fueron sucediéndose. Petipa crea unos ballets que va encajando con accesorios pintorescos, algo así como precursores de las revistas music-hall. No duda en firmar obras en las cuales la emoción no está liada a la acción dramática, sino a momentos donde la coreografía se convierte en materia de una poesía intemporal. Abre paso a la danza académica, una clase de léxico que integra a numerosas características de la escuela francesa, a la velocidad de la escuela italiana y al lirismo de la escuela rusa. Un vocabulario expresado en francés por el mundo que generará las escuelas inglesa, americana, cubana, etcétera, abriéndose a otros territorios puesto que, a partir del siglo XX, la trasmisión se extiende al mundo entero.

Basándose en los principios establecidos hace cuatro siglos, la técnica de la danza clásica se adaptaba constantemente para que los artistas pudieran expresar su tiempo. Hasta que el en dehors, las cinco posiciones y el aplomb que idealizan al cuerpo bailando son considerados como reglas a infringir. Desde entonces, tras los términos "danza bella", "danza noble" y "danza clásica", y para marcar la renovación, en el siglo XX aparece el término neoclásico.

Se trata aquí de un primer acercamiento hacia esta amplia cuestión. Para saber más, leer el artículo de Thierry Malandain: